dimecres, 23 de juliol del 2008

San Manuel Bueno, mártir




¿Qué es San Manuel Bueno, mártir? Es una novela de Don Miguel de Unamuno, bilbaíno de nacimiento, Salamantino de adopción.

No es la novela de él que más me gusta, de las tres que he leído me quedo con la que da título a este blog; pero sí es una novela que va directa al grano desde el principio, que en poco espacio lo dice todo y a veces puede parecer que no dice nada (sólo hay que buscar un poco).

Cada personaje de la obra, es una posición: Manuel Bueno es un creyente venido a ateo, Ángela está a caballo entre la duda y la fe, pero decantándose más por la fe; su hermano Lázaro empieza como ateo pero acaba convertido aunque como no creyente: es el antagonista del cura, aunque acaben unidísimos y la muerte del primero precipite la del segundo; Blasillo no es nada y lo es todo y el pueblo es la fe inmaculada.

Tenemos a un cura sin fe, un cura que es ateo, pero que aparenta firmes convicciones para mantener feliz y unido al pueblo. El pueblo le responde idolatrándole, dejándose guiar, llorándole, amándole. Luego tenemos a Ángela, la “autora” del libro, conocedora del secreto del apreciado párroco y a su hermano Lázaro, venido de las américas con una actitud muy progresista, revolucionaria y atea... Que acabará uniéndose al señor cura para proteger al pueblo. ¿Protegerlo de qué? De la verdad. Simple y llanamente, la verdad del ateo, la verdad de la no existencia ultrerior, de la finitud del alma, del cuerpo, de la mortal enfermedad que es la vida, de morir de vida.

¿Hacen bien el cura y Lázaro? Mantienen al pueblo en la ignorancia, ambos son culpables de “drogar” al pueblo, pero también ambos son culpables (especialmente Manuel Bueno) de hacer feliz al pueblo. ¿Cómo juzgar si está bien o está mal? ¿Felicidad e ignorancia o verdad y tragedia? La gran obra de Manuel Bueno, es cargar él con las dudas existenciales de todo el pueblo, para que éste permanezca unido y feliz. Muere por la duda, muere por el hastío, por el agotamiento de la apariencia, porque no le queda fe... Como Cristo, él carga con el peso de todos, para la felicidad de su pueblo. Pero sabemos que no está bien, que la verdad ha de prevalecer, pero la verdad es dura, es fría, como un cuchillo de hielo que corta las alas, no queremos oír la verdad, queremos creer la mentira, queremos creer la ilusión y queremos creer que esta mentira es la verdad. ¿O al contrario? ¿Qué se yo? ¿Acaso existe la verdad?

¿Se puede vivir con tanta duda? No, las personas necesitamos un suelo por el que andar, un camino. Necesitamos un suelo en el que cimentar nuestra casa. Manuel Bueno, muere porque duda, porque la duda le ha vencido.

No puedo decir que sea mala persona, yo en su lugar pienso que hubiese hecho lo mismo. ¿Es egoísta querer que tus seres queridos sean felices pese a que deban de mantenerse engañados? Sí, creo que sí, es egoísta, porque la principal razón por la que queremos que nuestros seres queridos sean felices, es porque esto en principio nos hace felices a nosotros, o al menos no mengua nuestra felicidad. ¿Es egoísta imponerles la verdad a los demás? También. Primero supondría creer que uno está en posesión de la verdadera verdad. Segundo, la verdad es un punto de no retorno, una vez abres los ojos, ya no puedes cerrarlos, y aunque pudieses, ya los has abierto, ya nada sería igual; por lo que es egoísta, ya que la verdad no se elige, una vez la vislumbras, la verdad aunque no llegue a establecerse, inflinge una herida mortal a la mentira.

No hay respuesta correcta a este pequeño gran brete, ninguna de las alternativas es atractiva y tantas objeciones se podrían hacer por un lado y por el otro. Manuel Bueno, en proceso de beatificación, fue egoísta se mire por donde se le mire. Sin embargo, su intención era buena, su obrar era bueno. Un hombre dedicado y entregado cien por cien a un pueblo, dándoselo todo, cargando en su espalda la cruz de todo el pueblo.

Como paradigma, tenemos a Blasillo, un tonto del pueblo que por imitación consigue aprender algunas cosas, y por imitación, cuando muere su modelo, muere él. ¿Podría ser el pueblo llevado al extremo?

Muchas preguntas y yo tengo pocas respuestas. La que más me inquieta es, si a Manuel Bueno, San Manuel Bueno, se le diese la oportunidad de volver a vivir su vida dándole a elegir, entre vivirla igual de nuevo o vivirla con fe, vivirla sin esa verdad intelectual ¿Qué elegiría él? ¿Ha gozado Manuel Bueno –mártir-, sabedor de la verdad, de una vida gozosa y plena?

No me interesa en realidad, saber lo que cada uno haría, porque intuyo que la mayoría de la gente diría que prefieren la verdad, aunque en sus adentros pensase que prefiere la mentira, me interesa saber lo que este mártir del pueblo haría. ¿Volvería a cargar con la cruz del pueblo para acabar en ella crucificado?

El propio Unamuno tiene algo de San Manuel (ya sé que es raro que lo diga en este orden, pero creo que a Don Miguel no le importaría e incluso puede que estuviese de acuerdo) y me parece intuir que Don Miguel elegiría la ilusión.

Como he dicho antes, todos necesitamos una verdad en la que creer, la que sea, que forme los adoquines del camino de nuestra vida. De no hacerlo así, de pasarnos la vida dudando, el camino se desequilibra y nuestra vida se desequilibra.

Al final, todo es Dios y nada es nada. Al final, esa verdad es Dios, sea la verdad que sea. Todos necesitamos un Dios, aunque sea el dinero.

La duda es la de siempre, la duda unamunesca: ¿Amor o pedagogía?

1 comentari:

Unknown ha dit...

Buena iniciativa querido amigo, espero que la sigas alimentando. Solo decirte que Manuel Bueno es Salmantino de adopción porque los Salamantinos son los que se crían con salamandras. jeje
Un saludo de tu arqueólogo favorito, iovi